lunes, 22 de mayo de 2017

IV CONCURSO FOESSA DE INVESTIGACIÓN REALIZADA

La Fundación FOESSA (Fomento de Estudios Sociales y de Sociología Aplicada) convoca el IV Concurso sobre Investigación Realizada, al que podrán concurrir obras con carácter de investigación propia ya realizada y que versen sobre las temáticas incluidas en los cuatro ejes fundamentales que sintetizan las líneas de investigación de la Fundación: Estructura social y desigualdad; Agentes y actores sociales; Dimensión internacional del desarrollo y procesos globales; y Metáforas que generan modelo social.

Podrán optar al Premio, tanto de manera individual como colectiva, los autores de los proyectos que se presenten, que deberán estar escritas en castellano y no correspondan a autores fallecidos con anterioridad al anuncio de esta convocatoria. Las obras podrán ser individuales o colectivas.

Asimismo, las obras que concurran deberán ser inéditas, no presentadas simultáneamente en ningún otro concurso ni editada en ninguna modalidad, y los proyectos deben estar totalmente terminados y preparados para su publicación.

El plazo de admisión de originales termina a las 24 horas del 30 de junio de 2017.

El jurado del Premio estará compuesto por expertos reconocidos en el ámbito de las ciencias sociales y su fallo se hará público a través de la página web de la organización (www.foessa.es). La comunicación del mismo se realizará a lo lardo del mes de octubre de 2017, si bien la Fundación Foessa se reserva el derecho a variar este plazo si existieran circunstancias que lo hicieran necesario.

El Premio consistirá en la publicación de la obra galardonada en la Colección de Estudios de la Fundación FOESSA, de cuya edición será responsable Cáritas Española.

El contenido íntegro de las Bases de esta IV edición del Concurso FOESSA de Investigación Realizada pueden consultarse en la página web de la propia Fundación [VER BASES].



XVIII ENCUENTRO PASTORAL DE LA SALUD

El domingo 4 de junio se celebra en la pedanía de Orihuela, Torremendo, la XVIII edición del Encuentro Diocesano de Pastoral de la Salud. Será en la iglesia de Nuestra Señora de Monserrate acogiendo también la visita del obispo diocesano monseñor Jesús Murgui bajo el lema “Salud para ti, salud para tu casa”.

A este encuentro, organizado por el Secretariado de Pastoral de la Salud de la Diócesis de Orihuela-Alicante, están convocados enfermos, familiares de enfermos, visitadores, sacerdotes, religiosos, profesionales sanitarios, movimientos diocesanos… Supone siempre un día de unión, reflexión y celebración de todos aquellos que, de manera totalmente voluntaria, ofrecen su tiempo y dedicación a ayudar y acompañar a los enfermos.

El programa de la jornada será el siguiente:
10’00 Llegada y acogida.
10’30 Saludos y presentación del tema:
Pastoral de la Salud y Ecología Integral
11’00 Trabajo por grupos
11’45 Descanso
12’15 Puesta en común
13’00 Eucaristía
14’00 Aperitivo y comida
15’15 Festival
17’00 Despedida

PASCUA DEL ENFERMO. 21 DE MAYO DE 2017. MATERIALEShttp://www.diocesisoa.org/pastoral-de-la-salud/  (SECCIÓN DOCUMENTOS)


CONMEMORACIÓN DE SANTA JOAQUINA DE VEDRUNA


Joaquina Vedruna nació en Barcelona el 16 de abril de 1783, cerca de las Ramblas; es hija de don Lorenzo de Vedruna y de doña Teresa Vidal, y la bautizaron en Santa María del Pino, la iglesia de san José Oriol. La familia estaba bien situada; el padre era procurador de los tribunales y la madre venía de una estirpe noble aburguesada.
Cuando tenía doce años, Joaquina se presentó en el convento de las religiosas carmelitas de Barcelona, intentando conseguir que le abrieran la puerta para quedarse dentro. Insistía con vehemencia, pero la prudencia de las monjas responsables solo vieron en ella a una chiquilla deliciosa que mostraba su grandeza de ánimo y su amor a Jesucristo, y por eso quisieron mantener con firmeza su negativa, que, por las circunstancias, coincidía en todo con el pensamiento de los padres.

Cuatro años más tarde, en el 1799, con dieciséis años de edad, se la ve ya casada con don Teodoro Mas, hombre rico de Vich, y procurador como su suegro. Formaron una familia muy feliz que creció rápidamente. Su marido tuvo que intervenir activamente en la guerra de la Independencia; Joaquina corrió grandes peligros y no le quedó otro remedio que ocultarse en el macizo del Montseny. Tuvieron ocho hijos para criar y educar; y ella lo hizo muy bien, porque su marido murió pronto, en 1816, y a Joaquina le quedó la tarea de sacarlos adelante. Le salió bien, mejor de lo que cabía esperar en una viuda; aparte de los dos que se murieron, los demás hijos tomaron hábitos, menos Inés, que se casó para entrar también en el club de familias numerosas con seis hijos.

La última parte de su vida comienza con la intervención del apóstol del Ampurdán, el capuchino fray Esteban de Olot, que le abrió el horizonte de su vida espiritual y apostólica, sugiriéndole la fundación de una orden religiosa de vida activa que se dedicara a la enseñanza y a la caridad. El obispo Corcuera, de Vich, comprendió la iniciativa, la apoyó con entusiasmo, señaló el hábito de carmelitas que deberían utilizar y refinó las reglas antes de aprobarlas en enero de 1826. Había nacido la Congregación de las Carmelitas de la Caridad, cuya aprobación canónica se concedería en 1850. Ella abrió el camino, profesando con ocho mujeres más, el 26 de febrero de 1826.
Con las abundantes vocaciones que el Señor iba mandando, Joaquina fundó el Hospital de Tárrega (1829) y la Casa de la Caridad de Barcelona, en el mismo año; luego, en Solsona, Manresa, Vich, Cardona y más sitios, a pesar de las trabas, dificultades y cortapisas provenientes de los ambientes liberales. Joaquina llegó a sufrir la cárcel –comentó que «unos días de retiro le sentarían muy bien a mi alma»–, y, cuando llegó la guerra carlista, disolvieron la Congregación y tuvo que pasar a Francia previo calvario del paso del Pirineo, sin ningún tipo de recurso para subsistir, que le llevó a afirmar: «Viviremos a costa de la señora más poderosa que hay en el mundo, la divina Providencia».
A su regreso en 1842 reabrió el noviciado. Cuando murió en la Casa de Caridad de Barcelona, contagiada del cólera, había fundado una treintena de casas con más de trescientas monjas.

La canonizó el papa Juan XXIII el 12 de abril de 1959.
En el estudio de su vida, el hagiógrafo se encuentra con una mujer que ocupa un lugar en los altares sin haber hecho milagros, que no tuvo arrobos místicos maravillosos, ni practicó unas penitencias asombrosas. Como pasa siempre, el mundo de su época, descreído, turbulento, pleno de impiedad filosófica, de revoluciones y de discordias civiles, no le ayudaba. Solo se encuentra en Joaquina el perseverante quehacer diario en cualquiera de las etapas –soltera, casada, viuda y religiosa– por las que pasó, haciendo sin relumbrón su trabajo, intentando agradar a Dios a pesar de las dificultades, como tantas y tantas mujeres hacían también, con la piedad, sencillez, humildad y alegría que no son posibles sin una base de heroica virtud.